Reseña: «Graveyard Star» de Mostly Autumn

Graveyard Star, de Mostly Autumn

por Dante Rodríguez

Corriendo suerte de manera independiente, Mostly Autumn es una banda con un estilo de rock muy híbrido que se mantiene presente gracias a la aceptación y lealtad de su público. Así, poco a poco, trabajando de manera constante, han acumulado moderada fama. No han parado dentro de lo posible para hacerse notar y estar en boca de más gente. En lo respectivo al rock progresivo, toca hablar de ellos, pues la influencia de Pink Floyd sobre Bryan Josh, miembro fundador, los lleva a experimentar breves pinceladas espaciales largamente desarrolladas.

            Desde Inglaterra nos llega su nueva entrega: el llamado Graveyard Star, que en su búsqueda de introspección y especularidad con el mundo, se levanta como un trabajo de larga duración muy ambicioso. Desde lo folk y toques electrónicos, hasta lo sinfónico, abraza una paleta de coloraturas que parece interesante a primera vista. La gran cuestión es saber si la banda es capaz de mantener la expectativa alta a través de tantas canciones con su estilo sencillo y transparente.

Rockaxis on Twitter: "Mostly Autumn proyecta disco doble para fines de  septiembre. Conoce los detalles de "Graveyard Star":  https://t.co/gqR1DWzHIm… https://t.co/GCIWax581j"

            Por infortunio, desde el principio, las cosas no se establecen sobre una base lo suficientemente sólida. Graveyard Star es muy larga para lo que propone. Una duración tan extensa ameritaba una estructura más trabajada. Sin embargo, el intro logra su cometido atmosférico y el coro es atractivo al romper repetidas veces el ritmo de la canción, dándole cierta personalidad. The Plague Bell, en realidad, sobra en el álbum. Está llena de más atmósferas y capas de sonido, lo que ralentiza la dinámica. Skin of Mankind debió ser la segunda canción, sin intermediarios, sin interludios. Con mucha sensación de una musicalidad orientada al spaghetti western, aviva el espíritu. Directa, se acerca comercialmente al estilo de músicos realizados como Tuomas Holopainen, de Nightwish. De hecho, Troy Donockley, actual miembro y colaborador de ambas bandas, hace participación en esta y muchas otras canciones posteriores.

Shadows sigue la misma intención, solo que al tempo más lento de un rock más convencional. Por su parte, The Harder That You Hurt intenta ser una balada espectacular que no logró sus intenciones. Cabe decir, que a estas alturas no hay indicios abundantes de desarrollo progresivo, más bien el camino continúa por lo atmosférico con Razorblade. En esta última, destaca el empleo de sintetizadores y beats programados en las percusiones.

This Endless War, Spirit of Mankind y Back in These Arms, lamentablemente ya presentan signos innegables de crisis por la parte creativa. Vuelven a ser una balada, un intento comercial y más atmósferas musicales. Lo cual no es malo. Lo que no sintoniza es lo parecida que es esta tríada con la primera parte del disco. Además, las voces masculinas no se sienten del todo competentes. Tal vez por eso el ritmo se mantiene siempre en la medianía.

Free To Fly es digna canción de cuna, en muy buen sentido. Es tranquila, se siente adecuada su duración y hace variar la dinámica del disco. Sin embargo, The Diamond pretende ser otro hit single como muchos anteriores. Tiene sentimiento pero hace tiempo los oídos buscan algo más. Lo único que atribuye es más minutos en el trabajo.

Para finalizar, Turn Around Slowly nos anima a esperar un último highlight. La intro con los arreglos de piano y guitarra son bonitos. Es inevitable pensar que hubiera quedado perfectamente como sucesora de Free To Fly. Tiene un buen desarrollo y la sección media con el solo de guitarra es de lo mejor en el disco. Se percibe un esfuerzo más grande que en muchas de las canciones anteriores. En adelante, se hace gala de una progresión que desarrolla un gran final épico con orquesta, gaita y un paso más acelerado de rock que regresa al comienzo.

Hasta el final, canción a canción, la entrega termina siendo una demostración de pequeñas buenas ideas pero no logran sentirse realizadas como se esperaría de un grupo progresivo. Están bien producidas, son composiciones decentes, pero siguen un camino de linealidad que peca al hacerse repetitivo. Especialmente bajo las etiquetas tan grandes de los estilos musicales que busca cubrir, pues no termina de explorar uno cuando ya quiere abordar otro. Es un número excesivo de piezas, además, dejando la sensación de a veces estar escuchando la misma canción.

Tal vez pensando Graveyard Star más como un disco convencional de rock, puede resultar más complaciente. Trabajar menos canciones por estilo, terminando así en un listado de ocho o nueve canciones más trabajadas, podría rendir cuentas más gratificantes. Como un trabajo para conservar la presencia en la escena, puede ser decente, pero la banda de Bryan Josh no ha dado aún todo lo que podría dar. Pues sigue cayendo en lugares muy comunes que explotan de más los recursos musicales que podrían ser funcionales o acertados en dos o, a lo mucho, tres ocasiones.

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