Análisis Progresivo: Starless And Bible Black de King Crimson. «Complejidad magistral»

Análisis progresivo – Starless and bible black: Cigarrillos, helados, improvisación y estatuillas de la virgen María

Crimson

A estas alturas de la historia, es prácticamente un axioma la contribución del rey carmesí como el grupo más longevo, esencial e inquietante de los pilares del rock progresivo. Son 50 años de historia, 13 discos de estudio, 18 directos oficiales, más de 22 miembros, 16 lineups distintas, cerca de 50 lanzamientos en vivo del King Krimson Collector’s Club, varios spin-off (los famosos ProjeKcts) y cientos de bootlegs, que los Crimheads más acérrimos, guardan como verdades joyas. Todo esto da a entender que para este monstruo no ha sido fácil, a pesar de lo fraccionada de su historia, mantenerse sosegado y en silencio.

Tampoco es novedad que Fripp es un genio que ha estado constantemente buscando empujar sus horizontes musicales, e incluso ha dado charlas y ponencias con su hermana Patricia Fripp sobre como reinventarse (¿Han visto frippVT.com?). Y es que la cabeza de esta empresa llamada King Crimson siempre ha tenido recelo a sentirse estancado, llevándolo a tomar decisiones radicales, sobre todo en el cambio de formaciones, ganándose la reputación de extraño, de autócrata demasiado exigente y según dicen algunas antiguas entrevistas, y reconoce el propio Fripp, difícil de trabajar con él, debido a la declaración fundacional de KC de ser totalmente honestos al momento de la composición.

Era el año 1971 y la banda inglesa Yes gozaba de un tremendo éxito dada su vertiente más sinfónica, con grandiosos discos como Fragile y posteriormente Close to the edge (1972). En ese entonces, según cuenta el baterista Bill Bruford en una entrevista en 1995, fue contactado por Fripp y este le comentó “Estoy proponiendo una banda y te incluye, tiene un loco y avant-garde baterista llamado Jamie Muir, también un violinista llamado David Cross y el mejor bajista joven de Londres, llamado John Wetton, ¿Quieres estar en el?”. Aquella invitación prometía además total libertad creativa sin importar lo que demandara la masa de melómanos en aquel entonces, por lo que Bruford decidió dar el salto de fe y aceptó.

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Con este evento se había pactado la formación catalogada como “King Crimson III”, el primer lineup sorpresivamente estable en la banda cuya sinergia de la combinación Bruford/Muir/Cross/Wetton/Fripp creo una química que en propias palabras de Wetton “era casi telepática, una energía aterradora”. ¡Y por supuesto que lo fue! Primero, porque durante tal época KC lanzó 3 álbumes de estudio, Lark’s Tongues in Aspic (1973), Starless and bible black (1974) y Red (1974), donde LTIA y Red gozan de una fama abrumadora considerándose dentro de los mejores trabajos de la banda, y segundo, porque durante este tiempo la improvisación tuvo una irrefutable importancia, aprovechando la química y postura del quinteto/cuarteto estrujada al máximo en las puestas en escenas y sacando todo el potencial de los músicos en los registros en vivo.

Starless and bible Black (Marzo 1974), es el sexto álbum de la banda y el segundo de la “trilogía” mencionada. Cuenta con la participación de Robert Fripp (guitarras, teclados), John Wetton (Voz, Bajo), David  Cross (Violín, teclados)  y Bill Bruford (baterías, percusión) y un silencioso Richard Palmer-James como autor de todas las letras haciendo en su mayoría una ácida crítica en a la sociedad consumista. Es interesante mencionar posterior a la grabación de LTIA, y tras sufrir un accidente con un gong, Jamie Muir  se fue de unas vacaciones a un monasterio budista, vacaciones que se tornaron indefinidas debido a que adoptó un estilo de vida ascético y que marcó el fin de carrera musical, abandonando al cuarteto.

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El formato de este álbum es bastante poco habitual. Posee 8 tracks, de los cuales los 2 primeros fueron grabados en su totalidad en las cuatro paredes de un estudio, lo que se percibe de manera lógica debido a su estructura definida y uso más claro de recursos melódicos y rítmicos. Los 6 temas restantes corresponden a grabaciones de presentaciones en vivo, cuyos aplausos e interacciones del público fueron removidas, o una combinación de ambos recursos, considerando las improvisaciones en vivo y realizando overdubbing en estudio.

La antesala al análisis canción por canción es que las aguas que visita Starless and bible black son sombrías, peligrosas y sobre todo difíciles de digerir. La alineación se arriesgó a experimentar y cosechar “al vuelo” más que cualquier alineación de KC obteniendo resultados guiándose literalmente por su instinto e impulsos al tocar en vivo más que por estructuradas pautas. Y es justamente esa la apuesta arriesgada e interesante, donde algo que la improvisación lleva a cualquier dirección, pudo haber pasado de un vuelvo deleitablemente impredecible a, como leí en el foro de DGM, “una pesadilla tumultosa”.

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El álbum arranca de manera abrupta con The great deciever (El gran impostor), un tema de 4 minutos, donde toda la energía de la banda se deja caer desde el comienzo con un rockero y pegajoso riff y se detiene para una entrada imponente de Wetton con su bajo y voz realizando una mordaz y honesta crítica al consumismo americano, con un estribillo que la da el nombre a esta nota y grita “Cigarettes, ice cream, figurines of the Virgin Mary!”. Un tema con extraña jovialidad para ser Crimson y que perfectamente pudo ser pensado como el single radial del disco, aunque sabemos que no fue así.

El álbum continúa con la segunda y última canción grabada en estudio, Lament (Lamento) que empieza con acordes de guitarra y una línea vocal que evoca nostalgia y posteriormente in crescendo el sonido del mellotron con un suave violín. Terminado el primer cuarto del tema, ocurre una interesante transición a juego más siniestro en 12/8 entre Fripp , Wetton y Bruford , transformándose en la temática principal del tema hasta su finalización.

A partir del tercer tema comienza el amor o aversión hacia el disco. Fascinación experimental en mi caso y sonidos tediosos y exceso de Avant- garde para otros. Es el turno de We’ll let you know (Te lo haremos saber),  que contrasta los 2 primeros temas con 3 minutos y 39 segundos instrumentales, grabados en vivo en una toma, creando una tensión atmosférica que nunca es resuelta.

The night watch (La ronda de la noche), junto con el tema final de este disco, son para mí los highlights de SABB. Este tema es simplemente maravilloso, siendo una combinación de composición e improvisación. La lírica de este tema cuenta una historia inspirada en el cuadro “De Nachtwacht” del pintor neerlandés Rembrandt y posee una musicalización extrañamente melódica por parte de Fripp, un delicado bajo de Wetton, un deferente y atento Bruford, y perfectamente armonioso final por parte de Cross. Cuesta creer que parte de eso es improvisación.

El quinto track llamado simplemente “Trio”,  un instrumental que más que poseer una melodía está totalmente concentrando en la atmosfera que produce. Aquella armonía donde Fripp se encarga del mellotrón, es una pieza que cambia su dinámica pero se siente que agradablemente nunca avanza. Wetton realiza unos minuciosos arpegios para el violín de Cross, convirtiéndose en momentos del disco donde más destaca, generando una pieza musical relajante y de las más bellas en toda la discografía de KC. Haber estado en aquel concierto debió haber sido realmente un momento mágico lleno de calma. Como dato curioso en los créditos de este tema se encuentra Bruford aunque no haya tocado, ya que en palabas del propio Fripp “Sólo intervinieron tres músicos, pero el cuarto contribuyó con su silencio”

Ilustración de The Night Wacth, por Rembrandt

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The mincer (la moledora de carne) son poco más de 4 minutos de improvisación pura, donde los cuatro músicos se mueven en una atmosfera caótica, creando una excentricidad de forma colectiva que provoca con tensión y que rememora inquietud, a base de algunos sonidos extraños de los dispositivos de Fripp, un misterioso mellotrón y una batería de Bruford que ayuda a cohesionar el ambiente de locura. Acá se siente explícitamente la libertad otorgaba a la banda, donde este caos organizado busca llegar a un clímax que nunca se alcanza y que termina de la manera más escabrosa posible. Las voces de Wetton fueron agregadas en estudio, con líricas que rozan una película de terror.

Llegamos al lado B, donde nos encontramos con la pista más densa que le da el nombre al álbum. Starless and bible black es una pieza instrumental de 9 minutos, difícil, realmente difícil de digerir, como si the mincer fuese solo la entrada para este plato de fondo. A medida que comienza el tema, la disposición de teclados, guitarra, bajo y ruidos empiezan a balbucear  cada uno en un idioma propio como si trataran de comunicarse imponentemente sobre qué camino seguir, pero finalmente sin poder entenderse. Dentro de toda esa confusión,  son las percusiones, redobles y la intensidad  de Bruford el que pone orden a su merced para que la entropía del momento no desborde, convirtiendo la situación en una pasmosa suite atonal y disonante. Si te aburre o confunde, no te sientas culpable. Para algunos este tema es lo peor del disco, decepcionante y para otros son los genios en su hábitat natural haciendo cosas que no podemos comprender, solo escuchar maravillados, pero ambos lados coincidirán que exige esfuerzo auditivo.

Y al final del álbum, el tema que impresiona en todo los sentidos posibles. Escrito por el mismísimo Robert Fripp (y vaya que se nota) Fracture tiene toda la esencia característica de la columna vertebral del rey carmesí lleno de malvados riff “frippianos”, cambios en el dinamismo, repeticiones y un tecnicismo único. No han sido pocas las ocasiones en que Fripp ha dicho que Fracture es de los temas más difíciles de tocar, y que pasaba semanas preparándolo para sus presentaciones en vivo. Incluso en noviembre de 2016 afirmaba claramente exagerando, “Fracture es imposible de tocar”. (Recomiendo ver Failure to Fracture en  youtube, una reflexión peusodofilosófica, de 6 episodios sobre un músico que lleva 15 años tratando de llevar la interpretación de este tema a la perfección).

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El tema cuenta una historia con una introducción de un minuto y medio de una extraña figura  disonante de guitarra que desembarca en un pesado riff, posteriormente repitiéndose la situación hasta pasar el primer cuarto donde Fripp muestra su dominio perfecto del instrumento en una muestra de virtuosismo que domina la canción hasta que se empieza a desarrollar el climax, con un riff del minuto ocho que recuerda al venidero tema “Red”.  En Fracture la percusión de Bruford con Fripp es la fusión perfecta, un sólido Wetton (sobre todo en el último cuarto)  y un Cross realiza importantes aportes a la emoción del tema, siendo esto King Crimson en su estado más puro, oscuro, hipnótico y visionario.

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Luego a Starless and bible black, este monstruo tomaría un color rojo, donde claramente aquel disco nacerá a partir de las reflexiones posteriores de estas sesiones de improvisación, una suerte de caldo primigenio necesario (como reflexionó un buen amigo), sin embargo SABB siempre será considerado inferior que el punto A (Lark’s Tongues in Aspic), y que el punto C (Red), pero para llegar a tal punto es totalmente necesario que exista el punto B, que desmenuzamos en este análisis.

Como dato interesante final, John Wetton escribió y presentó la inmortal Starless para este disco pero Fripp y cía. la rechazaron, y posteriormente la reevaluaron para el siguiente disco. ¿Cómo habría cambiado tu opinión si “Sundown dazzling day, gold through my eyes…” hubiese sonado en Starless and bible black?

Claudio Ramírez A.

 

1) The Great Deceiver 4:03
2) Lament 4:02
3) We’ll Let You Know 3:41
4) The Night Watch 4:42
5) Trio 5:41
6) The Mincer 4:09
7) Starless And Bible Black 9:14
8) Fracture 11:17

 

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