Análisis Progresivo: «Scheherazade and Other Stories», la obra maestra de Renaissance

Scheherazade and Other Stories, de Renaissance

Por Dante Rodríguez

Scheherazade and Other Stories es el primer trabajo de la época más excelsa y refinada de Renaissance, una de las más prominentes bandas de rock progresivo sinfónico. Una que se encontraba en una situación complicada, como otras tantas,  debido a sus aspiraciones.

Primero, para 1975, en cuanto a recepción, parecían quedarse atrás en paralelo a sus contemporáneos. Y segundo, ciertamente, no gozaban más que de una apreciación limitada próxima a los clásicos de culto. Pronto, además, el género sería desplazado por modas musicales varias. Sin embargo, la orquestada música de la banda aún tenía deliciosos momentos que ofrecer y explorar.

Pese a que anteriormente Renaissance apenas había cosechado algunos éxitos con inclinaciones pop y folk, conforme su progreso, demostraba una creciente ambición por alcanzar la excelencia. Esto bien lo lograron por fin con Scheherezade and Other Stories, su trabajo más ambicioso y refinado.

Tan solo la portada diseñada por Hipgnosis nos habla de una alta aspiración artística que entremezcla arte medieval y árabe en una paleta de colores muy particular, siendo este el reflejo visual del contenido musical. Y es, desde el propio nombre de la banda, entendible que haya tardado en madurar su estilo hasta lograr la idealización más próxima.

Un trabajo logrado que pudo apreciar el público fiel; lo suficiente para que dos veces más se repetiría el truco con Novella (1977) y A Song for All the Seasons (1778). Otros dos clásicos de culto muy queridos.

Trip to the Fair nos abre las puertas con un piano característico de la textura musical dentro de la banda. La batería y el bajo hacen del ritmo algo muy delicioso, especialmente el segundo que, sin ser lo más virtuoso, encuentra su lugar dentro de los graves de una pieza tan romántica como fantástica.

Además, el timbre de otros instrumentos como el órgano y la celesta se nos suman pronto, nutriendo una armonía bastante agradable, compuesta sobre una estructura que se desarrolla como un acto propio en sí misma. Una pieza que podría ser el gran cierre en muchos otros discos, pero en este caso es tan solo el comienzo del gran viaje.

The Vultures Fly High, como intermediario en el lado A de este vinilo, es más trepidante. Le pesan los setentas, pero aún permite continuar su disfrute. El bajo sorprende más con algunos adornos puntuales. Cabe decir que en una pieza tan rápida es placentero escuchar pequeños detalles de un clavecín trabajando acompañado por un piano. Además, no se menciona mucho, pero la mezcla es exquisita, permitiendo a los sintetizadores no ahogar la textura.

En el cierre de la primera cara, nos encontramos la excelsa Ocean Gypsy. Tal vez, una de las piezas más hermosas, no solo en la carrera de la banda, sino del rock en general. Consiste en una balada que toma su tiempo para contarnos sobre una imagen romántica. Algo exótica incluso, si se puede decir de alguna forma. Todo muy lúcido dentro de un escenario tanto lunar como oceanico. Y la letra es una de las mejor logradas de la banda, un tanto más poética de lo normal.

Song of Scheherazade, por su parte, es la suma de todo lo anterior. Con esto se puede abrir una buena discusión sobre una de las piezas de larga duración menos recurridas de su tiempo. Cierto, la fórmula ya había sido un tanto gastada para mediados de los setentas. Podía resultar algo rebuscada.

Esta técnica de llenar veinte minutos con una obra ambiciosa, que redondea un concepto o propuesta, la habían dominado bandas como Genesis o King Crimson, por no hablar de Yes o Rush. Todas, bandas maestras en sus propias ofertas musicales. Pero que esto no reste mérito a Song of Scheherazade. Sin temer ser obsoletos, en Renaissance dejaron claro que puede ser interesante una estructura tan exigente y compleja con el suficiente compromiso y dedicación.

Con sus casi veinticinco minutos, Song of Scheherazade nos habla de las Mil y una noches. Por supuesto, se enfoca solo en la figura tan evocativa que es Scheherezade, en su relación con el sultán al que cuenta sus historias para salvarse la vida con ingenio propio de la imaginería que caracteriza a la mente humana con sus fábulas y hazañas. Una historia universal.

Todo en esta pieza es pertinente y necesario para la escena progresiva. Si había una banda de la que se podía esperar algo tan ambicioso como una sinfonía, esa es Renaissance. Cierto, otras bandas, como las ya mencionadas, podían ofrecer cosas más experimentales o vanguardistas. El hecho es que solo Michael Dunford y compañía podían juntar la tradición musical popular del rock y la clásica de manera tan justa.

El escucha encontrará una gran apertura, fanfarrias, largos pasajes de exposición y, sobre todo, una historia contada muy a su tiempo, bien aprovechando la colaboración de una orquesta real y un coro, con los arreglos orquestales de Tony Cox —a quién le podríamos dar algo de crédito por tan encantadora música—. Las escalas empleadas, las texturas y los timbres musicales van muy de la mano con el arte de portada. También se gozan dinámicas en la intensidad y a lo largo de los tempos. En este tipo de detalles, esta banda se diferencia del resto.

En conclusión, el álbum es un vinilo muy romántico, aún fresco en su propuesta. Acierta en sus arreglos e interpretación, la ejecución vocal de Annie Haslam se conserva como una de las más valiosas, tanto como admirable, y la ardua labor que encarna cada pieza le da valor con cada escucha que se le da. Las letras, además, gozan encanto de ensueño, dejando a la banda florecer ejecuciones bastante sobrias. Todo un caso dónde vale todo la suma de las partes.

Los más interesados en el lado más sinfónico del rock, hallaran un ejemplo de desapego de las fórmulas comunes. Incluso quienes han escuchado a esta banda, pueden caer encariñados repetidas veces, pues el vinilo busca otras salidas en el horizonte de expectativas. Tanto así que, por momentos, esta joya llega a ser más un concierto interpretado por la sinfónica de Londres en compañía de la banda que una banda propia de rock de la que esperar espectaculares solos y riffs prominentes. Un detalle ambivalente para cada criterio, pero que no le restan status como clásico de culto. 

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