Reseña: «Exul» de Ne Obliviscaris, es orquestal, técnico y pesado, una genuina belleza sonora.

Por: Frida Alvarado

Desde finales del año pasado, la banda australiana Ne Obliviscaris nos deslumbró con lo dado a luz en su video para la canción “Equus”, una pieza que evoca el sentimentalismo por la pérdida del pulmón australiano y sus seres que habitan en ella;  la destrucción de los bosques australianos vividos por los terribles sucesos de incendios que no sólo destruyeron parte de la fauna, sino también millones de animales murieron en tales hechos a los que el calentamiento global ha repercutido a causa de la sobre-explotación de recursos y el instinto de producción a nivel global. 

Después de 6 años Exul viene a convencernos de que la escena australiana no está muerta. Simplemente está en su proceso post-pandémico y calentando motores para volver como una de las mejores del mundo a nivel metal progresivo. 

Este cuarto álbum comienza con “Equus” una pieza que recuerda mucho el estruendo característico de los autralianos de Melbourne, pero esta vez con melancolía; proyectando unos violines y un bajo que predominan. Si bien nos puede recordar el trabajo de Gojira en Amazonia, las percusiones son la parte soporte, pero también están allegadas musicalmente a pensar en las culturas antiguas que le tenían respeto a la naturaleza, pero con un toque barroco por la introducción del violín. Una pieza muy larga, orquestal, progresiva, que deslumbra belleza y sufrimiento. 

Misericorde I – As the Flesh Falls, cae como los inicios de la banda, una pieza muy death técnico metal, con mucho arreglo lírico y de cuerdas, en la que en un prinicipio podríamos decir que se desarrollaría monótona, pero simplemente va teniendo un preámbulo más digerible. Sin descuidar lo orquestal, que hasta se enfoca a atraer a una audiencia refinada para dar a conocer que el metal no está peleado con las audiencias teatrales, el metal es arte y melancolía.

Misericorde II – Anatomy of Quiescence, es la pieza que arrastra a la anterior, muy sentimental que te hace sacar lágrimas, con un metal sinfónico clásico, solos de guitarra y riffs con cambios que te sacan del trance de la melancolía. Para mí es la composición mejor lograda del disco. 

Suspyre, es la pieza más progresiva, que tiene cambios muy iguales pero que están muy continuamente marcados. En esta canción además observamos que el juego de voces, la limpia y gutural, está muy bien ejecutada y cada una toma sus partes correspondientes. La introducción de la guitarra acústica es genial, no se podía olvidar en algún tema de los australianos. 

Graal, es una canción estruendosa de principio a fin, en donde lo acústico y lo técnico se unen, pues el eslabón de la pieza es el violín, el bajeo y lo técnico-lírico de las guitarras. Es una entrega de todo lo que es esta banda. 

Anhedonia, termina el álbum con mucha melancolía y sufrimiento, con unos cantos sorprendentes por parte de Tim y con unos violines entremezclados con un piano. Una pieza que termina reflejando el cansancio del caos provocado por terceros de las guerras que vivimos, para tener un momento de paz individual y estar en proceso de regeneración de lo que podemos hacer en nuestras trincheras. 

Este álbum es la sala a un Ne Obliviscaris orquestal, ojalá que algún día podamos verlos llenando teatros clásicos con orquesta en nuestra región Latinoamericana. 

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