Reseña: «Halo» de Amorphis (2022)

Reseña: Halo, Amorphis

Por: Irene Martínez

Desde hace unos días podemos escuchar Halo en todas las plataformas. Es el álbum número catorce en la carrera de la banda finlandesa Amorphis. Considerado como uno de los lanzamientos más esperados para este año, Halo ha despertado amplias expectativas desde su anuncio, pues podría continuar o acabar con la excelente racha que tiene la agrupación desde hace unos años y cuyo punto máximo fue Queen Of Time (2018).

Hacer cualquier cosa después de una obra maestra como Queen Of Time definitivamente debió ser un reto, pero Amorphis cuenta con una amplia trayectoria a lo largo de la cual han establecido fórmulas que funcionan y a las que por supuesto recurrieron en su nueva producción. Entre estos trucos, además del genio musical de Esa Holopainen, están el arte gráfico a cargo de Valnoir (quien también ha trabajado con Alcest e Igorrr, entre otros) y las letras del experto en folklor finlandés Pekka Kainulainen.

Northwards es la carta de presentación de Halo. En este tema, la brutalidad de los riffs y de la voz gutural de Tomi Joutsen se combina con dos interludios, con menos revoluciones y muy distintos entre sí: uno de corte psicodélico con un extraordinario solo de hammond y otro que consta de un arreglo coral que, a pesar de ser muy breve, acentúa la sensación épica de toda la canción. Ecléctica pero perfectamente ensamblada, Northwards engancha fácilmente y aumenta las expectativas sobre el álbum.

On The Dark Water es el segundo track y fue también el segundo single de Halo, en el que hay un mayor equilibrio entre las voces limpias del estribillo y las guturales de las estrofas, así como el ya muy reconocido juego melódico característico de Amorphis, sellado con un solo de influencia oriental. No tan impresionante como Northwards, pero muy adecuada como sencillo.

Luego viene el turno para la pieza que fuera el primer adelantó del álbum. En The Moon encontramos un estribillo pegadizo texturizado con la guitarra acústica. Además, cuenta con una de las mejores secciones instrumentales del álbum, con arreglos de corte sinfónico ambiental en los que de nuevo se hace patente el gran talento en el teclado de Santeri Kallio.

Windmane es una excelente muestra de death metal melódico, la parte de Halo que más complacerá a ese sector de los seguidores. Con una ejecución impecable en la batería a máxima potencia, riffs densos y el pequeño juego de solos entre el teclado y la guitarra, este track, especialmente de la mitad en adelante, es uno de los grandes momentos de Halo.

A New Land sigue en esa misma línea, aunque se siente con un poco menos de magia que Windmane. Eso sí, es todo lo que se espera de una canción de Amorphis: acordes que fluyen en medio de un ambiente épico marcado por el teclado y un asomo de influencia árabe en las melodías.

Las melodías heroicas continúan en When The Gods Came, donde uno de los aspectos más destacados es la oposición entre la voz gutural de las estrofas y la volátil línea del teclado.

A partir de Seven Roads Come Together, Halo entra en una de sus etapas más pesadas. Se retoman los sonidos de influencia árabe, pero de una forma más sinfónica (al estilo Orphaned Land), por lo que además de oscura, la canción se vuelve un tanto dramática. Por supuesto, como en el resto del álbum, el contraste de equilibrio lo da la voz limpia en el estribillo.

War explora exactamente los mismos elementos que el track anterior, pero con mucha mayor profundidad: más rudeza, trazos medio orientales mejor definidos, cambios rítmicos mejor conjugados y variedad de arreglos sinfónicos entre los que se incluyen conjuntos corales

Siempre he pensado que el tema que da nombre al álbum debería ser el mejor, pero en este caso no es así, sin que eso signifique que Halo sea malo. Se trata de un track metalero de fácil digestión que bien podría haber sido single por su estructura mucho más suave, en la que al sonido propio de la banda se suma una voz femenina.

The Wolf se une al top de canciones más rudas de Halo, junto con War y Seven Roads Come Together, y además repite el break sinfónico coral.

Con My Name Is Night regresa la dulzura del registro vocal de Petronella Nettermalm, con mucha más presencia que en Halo, pues acompaña a Joutsen en prácticamente todo el tema. Esta balada disminuye en gran medida la energía que tenía el resto del álbum, pero sus amplias secciones semiacústicas y sus cadencias tranquilas son una gran forma de concluir esta producción

Aun con sus once buenos temas, la potencia y el enganche de Halo disminuyen conforme avanza. La composición, la ejecución y la producción son impecables, pero en general, el álbum carece de sorpresas: lo que hay es lo que se muestra desde Northwards y aunque es realmente muy bueno, a fuerza de repetición, puede desgastarse. Sin embargo, no hay que pasar por alto temas como Windmane, War o el ya mencionado track de apertura, que hacen a este álbum merecedor de un lugar destacado en la discografía de Amorphis.

La banda se ha convertido en uno de los referentes del metal finlandés, no solo por su larga trayectoria, sino porque se ha mantenido en constante evolución y ha sabido reinventarse a la vez que mantiene una identidad musical, híbrido entre death metal, progresivo y tradición nórdica. Luego del trabajo realizado anteriormente por una agrupación tan importante, la cuota a cumplir por parte de Halo era demasiado alta y aunque no alcanza los logros de su hermano mayor Queen Of Time, sí demuestra que Amorphis sigue en un excelente momento de su carrera.

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