Reseña: «In Disequilibrium» de Isildurs Bane & Peter Hammill

In Disequilibrium, de Isildurs Bane & Peter Hammill

por Dante Rodríguez

Un afortunado encuentro de mentes geniales. Los suecos de culto, Isildurs Bane, y la gran leyenda viviente, Peter Hammil, se reúnen nuevamente en colaboración. A mediados del año, lanzando su nuevo disco, In Disequilibrium, continúan su legado. Mantienen las claras distinciones de sus carreras, retoman la fórmula de la brevedad y la consistencia.

Con tan solo dos canciones, nos mantienen a la expectativa de cuarenta excelsos minutos. Tal vez por motivos de difusión se ha preferido dividirlas en movimientos o secciones en lugar de dejarlas correr como los lados llanos y extensos de los viejos vinilos. Sin embargo, esto solo queda como una observación superficial. La presentación sobra.

Rockaxis | isildurs-bane-&-peter-hammill-preparan-segundo-álbum--in- disequilibrium-

La pieza principal, In disequilibrium, con sus tres partes, reúne todo lo que puede ser reunido por estos veteranos: rock porgresivo, arreglos de cuerdas sinfónicos, atmósferas, experimentación, hasta un poco de psicodelia. Pero no a las viejas maneras setenteras, ochenteras o incluso noventeras. Al señor Hammill e Isildurs Bane les interesa estar actualizados. A veces sí se llegan a escuchar reminiscencias del pasado de ambas carreras musicales, incluso ostinatos grandilocuentes que una banda como Marillion utilizaría en su época más resplandeciente con Fish, no obstante, se suben a la avanzada de lo digital e impulsan el eclecticismo desde sus posibilidades más cercanas.

A través de ponerse exigencias ellos mismos, alcanzan una obra tripartita muy interesante, logran enganchar con mucho movimiento y ritmo. Las amalgamas no faltan. Constantemente bombardean los oídos con variaciones melódicas. La segunda parte es más solemne, incluso tradicional en su forma, contribuyendo a una familiar sensación de composición suite. La última parte es una constante progresión de alta calidad y en esta misma sí se deja un poco de lado los teclados junto con la orquesta para presentar un rock a paso lento con solos de guitarra y una batería más ruda. Por supuesto, la predominancia del ritmo por parte de Isildurs Bane es la línea conductora; las líneas y líricas de Hammill, el gran remate. Así, transcurre medio disco ya, con un grupo de longevos señores que se siguen reinventando con mucha pasión a través de melancolía y juegos de percusiones a la vieja buena manera de Zappa.

Gently (Step by Step), por su lado, a lo largo y ancho de sus cuatro partes, se abre a nosotros apostando más por lo atmosférico. Como una experiencia muy religiosa, la extensa segunda canción, crece entre las líneas de Hammill, órganos y baterías programadas. Ni siquiera existe el rastro que nos haga pensar en un género determinado. Lo pensamos como rock progresivo ya por inercia, por la necesidad de darle un nombre o etiqueta. Pero esta forma de composición es muy madura y ya posee el potencial de alcances diferentes. Así como las letras, la instrumentación y los arreglos son un ejercicio sensorial de coloraturas y timbres musicales que refuerzan en sus motivos la existencialidad tan expresiva de su letrista.

El cierre del álbum, paso a paso, se convierte en una aventura espacial, con una orquesta de rock híbrida entre lo clásico y lo digital. Abundante en instrumentación de viento con un registro muy bajo, aprovecha los recursos de las percusiones para lograr una ambientación de un color y ánimos muy luminosos. Podríamos decir que incluso estamos ante una obra que se distancia de lo más tradicional para acercarse más al lado apreciativo y contemplativo del post-rock.

En el momento de su culminación, podemos quedar perfectamente satisfechos. No por complacencia. Peter Hammill nunca ha trabajado para complacer a nadie ni a sí mismo. Es un hombre dedicado a expresar sus letras poéticas con la música más adecuada, no la que un capricho imponga. Aquí, cumple con sus principios. Aunque conserva su nombre por fuera de Isildurs Bane, es claro que ha decidido trabajar con ellos por algún click que han tenido en común.

Tanto la expresiva voz de uno como la música rica en ritmo de los otros se corresponden mutuamente. Y al contrario de muchos otros artistas, se favorecen por completo gracias a la total ausencia de nostalgia por el pasado. Esto les permite tener una mente clara y abierta para continuar explorando el potencial de sus propuestas. Favorece también a los escuchas pues no hay esa sensación incómoda de las viejas bandas que se repiten a sí mismas cada vez con menor calidad y menor honestidad. Entonces, son así consecuentes tanto el señor Hammill como Isildurs Bane con un propósito artístico, con intenciones ciertamente profundas, incluso reflexivas, que miran más allá de los egos superpuestos. Se mantienen ajenos y lejanos con respecto a la idea de comercializar su nombre como una marca. Optan por el camino de la música como viaje y finalidad en sí misma.

Deja un comentario