Review: Who Bit The Moon de David Maxim Micic. «Atmósferas eclécticas, ataraxia colorida»

Atmósferas eclécticas, ataraxia colorida

Por Hugo Adrian Mg

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El djent, un subgénero del metal progresivo que ha ganado adeptos y fuerza desde hace diez años aproximadamente, ha sido testigo de innumerables cambios y críticas desde su concepción. En los años más recientes se ha diversificado al mezclarse con gran variedad de géneros que van desde el Death o Metalcore hasta la música electrónica o Jazz, la autenticidad del sonido propio del género ha ido evolucionando y se ha extendido su definición desde extremos muy simples hasta complejas y enrevesadas composiciones. Así que, cuando un guitarrista y compositor como David Maxim Micic incursiona en el género, nos mostramos expectantes a lo que será el resultado.

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Su disco Who Bit The Moon, lanzado en 2017, sigue una formula sencilla pero efectiva. Un disco que disfrazada el virtuosismo tras inmensas capas de atmósfera, su riqueza composicional se mueve a la par de su simpleza pues son las inversiones, extensiones y drops de acordes quienes le dan gran movimiento y pintan un paisaje con aparentes pululantes colores. Secciones que se toman y abandonan lo electrónico a modo de transición, de respiro. Una banda que sabe acompañar, construir el momentum adecuado para la explosión que le prosigue.

 

El corto disco, abre con Milk Tooth, una pieza minimalista que introduce el tono general del álbum; la guitarra y una sección de cuerdas con un tema y personalidad bien definidas comienzan a dibujar el cuadro onírico. La colocación de colores y metódica construcción de las piezas se ve claramente en Someone Else’s Hat y Living Room, que si bien, esta última es de las canciones más cargadas de energía no opaca el solo principal de la primera cuyas sutiles modulaciones tonales transportan de momento a momento delicadamente.

 

Beaver Moon, la segunda pieza de transición, después de la obertura del disco, ofrece un respiro de los instrumentos y composiciones complejas mientras que al mismo tiempo le da oportunidad a  687 Days de construirse sobre si misma, una pieza que remite a géneros como Art Rock o Post-rock.

 

 Damar es la primer canción en resaltar del disco por su acercamiento al metal progresivo en comparación con las piezas previas. El protagonismo que toman el teclado y la batería son notorios, David da oportunidad de explorar colores con otros instrumentos logrando una canción sobresaliente y excitante. Su repentino pero atinado final se compensa con la continuación de su motivo melódico en Nobody’s Perfect, una canción de transición que ofrece esa resolución a la energía acumulada en Damar, y que a la par de When She Crafts, es el último respiro del disco.

 

La canción homónima y final del disco cierra increíblemente Who Bit the Moon. El uso de pausas y respiros protagonizados exclusivamente por David dentro de la misma canción es característico de esta pero son estas pausas que rápidamente se convierten en repeticiones melódicas acompañadas del resto de la banda el ingrediente clave de la emoción que genera la pieza. El uso de unísonos es extenso y una manera interesante de abrir los solos de la pieza, dentro de los cuales resalta el solo de violín que sirve como introducción al solo principal, un pico que da paso al puente atmosférico que desemboca en el segundo solo, el más técnico y con el sello de David a lo largo de todo el material.

 

La primer impresión que genera Who Bit the Moon es que es un disco donde David Maxim se queda sin decir pues el uso excesivo de atmósferas pareciera crear el efecto que el disco no se mueve a ningún lugar, donde David ha alcanzado la ataraxia. Pero centrando la atención en cada sección del álbum, nos damos cuenta del delicado paisaje que pinta a lo largo de este, cada nota tiene su razón de estar ahí y cada acorde debía ser construido de esa manera. Las extensiones y drops no se sienten pretenciosos, el guitarrista sabe lo que hace y lo logra de una manera orgánica y visceral. Nos lleva de la mano a través de un sueño diseñado por  el mismo, un sueño que emociona y exalta.