Reseña: «Il leone e la bandiera» de Le Orme , “Un refrescante universo pastoral traído desde Italia”

Escritor: Patricio Benítez

Y así sigue el legado de la legendaria banda italiana Le Orme, con uno de tres miembros originarios (realmente cinco en el primer disco). El vocalista y frontman, Aldo Tagliapetra dejó la banda hace más de 15 años y varios han intentando llenar sus zapatos en las agrupaciones que conformó la banda durante los 2000’s. Sin duda su mítica voz fue una insignia para la banda, y se nota su ausencia en los discos que soltaron tras su partida. Para este último trabajo de Le Orme (según los mismos músicos), nos traen a Luca Sparagna en las voces y en el bajo. Y qué decir de él; una impecable elección, con un timbre parecido al de Aldo, una excelente capacidad vocal y una personalidad vibrante y colorida.

Estamos ante lo que podría ser el mejor disco de Le Orme en 15 años o incluso más, no habiendo marcado un disco de estas magnitudes desde la despedida del tecladista original del grupo, Antonio Pagliuca. Aquí se revive toda esa magia pastoral, ese interjuego cándido entre las guitarras acústicas y los sintetizadores, las dulces melodías evocativas que dibujan paisajes delicados y naturales. Lo flexible y lo directo de las composiciones nos traen a la cabeza discos clásicos como “Felona e Sorona” o “Uomo di Pezza”, con piezas contemplativas y dulces que tan cercanas son a nosotros y al prog latinoamericano. Sin duda tenemos mucho de Le Orme en Los Jaivas, Sui Generis y en Crucis.

Los órganos, ya sean de tubo, armonios, hammonds, son una delicia a lo largo de todo el disco, y contrastan a la perfección al set de sintetizadores digitales y a las orquestaciones (tenemos cuerdas y un coro). El álbum tiene puntos emocionales fuertes, como “Rosa dei venti” y suaves canciones introspectivas como “Lucciole di vetro”, abarcando así un abanico interesante de sensaciones pero siempre manteniendo una estética pulcra, melódica y plácida para cualquier oyente. Los solos son increíbles, tanto como los clásicos estribillos de balada.

“Ouverture” es, como su nombre lo indica, una obertura para este tremendo trabajo. Simplemente es una pieza instrumental repleta de teclados que nos sirve para limpiar el paladar e iniciarnos en este fenomenal trabajo.

“Acqua di luna” es el primer temazo del disco. Todo lo que esperamos de una canción de Le Orme está acá; la voz al estilo de Aldo deslizándose sobre las guitarras acústicas y las cuerdas frotadas, dejándonos melodías memorables para acompañar después en los sintetizadores. Un tema suave y airoso que despliega el valor de una producción simple y dinámica, con alto impacto emocional, todo logrado a través de sus arreglos compositivos.

Como quien no quiere la cosa, llega el hard-rock, el hammond y toda la gloria de los 70’s a nuestros parlantes. “Ferro e fuoco” es punzante y letal con sus contrapuntos piano/hammond inolvidables. Las voces pasan a segundo plano cuando la locura instrumental se apodera de esta maravilla progresiva.

Una etérea sensación de confort se apodera de nosotros con “Lucciole di vetro”. Qué increíble voz la de Luca; se apodera de los estribillos para convertirlos en verdaderas joyas que quedarán en la memoria. Una canción acarreada por el piano de cola y las voces, nada puede salir mal.

“L’alba della partenza” es otra canción progresiva y fuertemente llevada por los contrapuntos de teclados. Se presenta más delicada y ominosa, con melodías menores que se mueven de maneras impredecibles. En las voces tenemos secciones suaves que nos recuerdan mucho a las inflecciones de Charly García, o a ese Le Orme pastoral de “Collage”.

Y ahora la contendiente más fuerte a mejor canción del disco “Rosa dei venti”. Una composición que nos presenta hermosos temas, teclados, ambientes abiertos, reflexivos y emocionales. Tras casi cuatro minutos de preciosas ondulaciones sonoras pasamos a la sección final donde aparece un coro a cantar el estribillo e inundarnos de felicidad y magia. Por momentos como este amamos tanto al rock progresivo.

La última canción del disco es la más experimental. Michi dei Rossi da rienda suelta a su creatividad, añadiendo tambores y percusiones de todo tipo a la mezcla que acrecientan la atmósfera generada por los pads y las ochentosas guitarras empapadas en reverb. La cereza de la torta es el órgano hammond que aparece al final para explotar nuestros parlantes, otro clímax espectacular que nos asegura por última vez que si este es el último disco de Le Orme se van con un bombazo.

Este disco es una espectacular reimaginación de lo mejor del Le Orme de los 70’s. Va para los fanáticos de “Contrappunti” y a los que quedaron con ganas de más luego de quedar cautivados por la increíble historia de amor interplanetario de Felona y Sorona. Una vuelta a ese sonido atemporal, repleto de contrapuntos, tan clásico, elegante y romántico como siempre.

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